sábado, 14 de marzo de 2015

A LOS 30, MIERDAS LAS JUSTAS (A LOS 40 NO ME LO QUIERO NI IMAGINAR).

Me he pasado gran parte de mi vida escuchando chorradas y creyéndolas. Ahora que me hago mayor no me creo casi nada, estoy llegando a un punto de cinismo en el que no me reconozco. Y, sin embargo, hacía mucho tiempo que no estaba tan cómoda conmigo misma.  La culpabilidad que sentía al responder a personas que me hacían daño por “no caer en el mismo error” ha desaparecido .  Todo es cuestión  de práctica. Empiezas un día respondiendo a un tío que te llama fea en la discoteca porque le apartas las manos de tus caderas. Se ha tomado la libertad de “aparcarlas” allí  hasta que le parezca. Se las apartas bruscamente, no se trata de ser amable cuando están violando tu espacio. y  te responde eso tan manido de... “ no te flipes, que no quiero nada contigo”. Mira, cabrón, tira pa’alante antes de que te haga tragar el puto cubata. Me siento halagada de que no quieras nada conmigo, gracias a Dios. Y le das una colleja de propina.
Continúas cuando  un pavo que está metiendo ficha bastante rato te invita a una birra pensando que  algo caerá y  le dices “aunque me beba tu birra, no voy a follar contigo”. Te invita igual, solo quiere charlar, bueno, ya te lo he dicho. Bebes la Cerveza, pasas un rato charlando, intenta besarte y cuando le vuelves a repetir lo mismo dice “Tienes que liberarte, aprender a vivir, ser más feliz”. Mira tío, que no quiera acostarme contigo no me  hace más esclava ni más amargada.Al contrario, sería poco libre si cayera en el error de acostarme contigo”. Creí oír la palabra “puta” por ahí.
 Otro gran hit, es el familiar,  léase.... "Lara, es que tienes que ser más responsable. Tienes que ser menos egoísta y cuidar de tus padres, llamar a tus abuelos, ser una mujer ejemplar, buscarte un trabajo fijo porque pronto querrás comprarte una casa y ser madre". AJÁ, después de años de oír “lo que debería hacer” y responder  “tenemos puntos de vista diferentes” o “bueno, eso depende de lo que cada uno quiera” y ver que no funciona he optado por la respuesta “tienes coche, casa e hijos y no te veo  mucha más feliz que yo”. 
Y qué decir de esos hombres maravilloso y  esas mujeres pizpiretas que son capaces de creer que el amor está en regalar cosas por San Valentín, cambiarse de look para gustar al otro y lo mejor... tragarse su mierda sin rechistar. Por supuesto, uno de sus soniquetes son: A) Una infidelidad nunca la perdonaría (pero que te chupe la sangre, te trate como a una basura y no te ayude en  nada sí ) y B) Hay cosas que solo pueden hacerse con el royo de una noche (ya, es hora de salir corriendo, cielo).  Los estereotipos son muy malos, vale, pero no tengo tiempo material para conocer a todo el mundo mundial. Así que me aventuraré a decir que los del párrafo anterior son los mismos que acompañan a su novia al cine para  ver a un tarado mental que es millonario, guapo y bastante capullo y que hace lo que le parece con una chica más bien tímida. Por supuesto el rol de la mujer es ese,  (domíname nene y llévame en helicóptero y hazme ver que mi vida sin ti era una mierda) y el rol del hombre es el de Grey. Oiga, perdone, pero si ese tío fuera feo ya le habrían denunciado. Y  otra cosita, si queréis poneros cerdísimos con vuestros churris mirad 9 Songs. De verdad, no os arrepentiréis.

La versión moderna de éstos es también bastante de hostia con la mano abierta:  Las tías son monogámicas por naturaleza ( se hizo la luz y Darwin se rencarnó en ti, verdad?¿) y la mejor, sin duda alguna... Es que es una chica de un polvo... (sé generoso y échale tres al menos, campeón), creedme si os digo que lo normal es  ser una chica-chico de una noche, lo normal no es enamorarse cada mes. No, sería agotador.
Otra cosita que me tiene un poco cabreada es “la inocencia fingida”. Esto ocurre mucho en Andorra, esperan de ellos que sean unos gentleman que te comen la oreja para echar un polvo y esperan de nosotras que seamos unas Rapunzels encantadas de escucharlo. Cualquier ser humano  puede echar un polvo sin necesidad de  justificarse. Y, en este caso, especialmente las mujeres. Maravillosos  todos los que dicen, sí  que es ironía, yo es que si me lo ponen difícil quiero más. NOTA MENTAL: A eso se le llama capricho. Querer  tener algo que se resiste no es sinónimo de que sea más bueno sino de  que el que lo desea lo es menos. Si a mi me gusta un Chico, suele ser porque hay algo que me atrae inexorablemente hacia él. Que me lo ponga más difícil solo hará que sufra y, acto seguido, que me canse porque estoy crecidita ya para esas mierdas. Mi autoestima no es que sea gran cosa, pero es  suficiente como para saber que no quiero estar cerca de nadie que me vea como una camisa, un coche o un récord que llene su autoestima. Quiero que  me vea como a una igual con la que quiere pasar un buen rato y compartirlo. Y no me sentiré mal si no me llamas, cielo, aunque si lo haces también me gustará.
 Digo aquí algunas de las que me dan rabia aunque haya muchas más  y estén en mi. Imagino que eso es algo que les ocurre a muchos, o por lo menos conocerse y saberse trae consecuencias para bien y para mal: Sí, soy una” badass” gruñona,según algunos, y seguro que habrá muchos que pensaran que es de “malfollada” tener un discurso así. Lo que es malo, es no tener opción a la crítica.  Lo que es malo es no tener una lista de cosas que realmente te dan por el culo, eso significa que tragas con todo, my friend. Lo que seguro, es malísimo, es que los que piensan todo eso tengan hijos, a secas.

¿Lo bueno? Es que para saber lo que te da rabia tienes que experimentarlo, tienes que echarle huevos y decir qué pasa si me equivoco?¿ Nada chata, lo que pasas si no lo haces es la vida. 

martes, 8 de abril de 2014

A Santa María del Mar.



Había un altar no demasiado pretencioso, de esos simples y elegantes, muy del gótico catalán. El ábside de la basílica era algo así como un bosque de bambú: parecía grácil, esbelto y nerviudo. La virgen del bambú, como decidió bautizarla, no tenía cara ni de María tristona ni de María extasiada. La comparó  con  la cara de las vírgenes “idas”  del pueblo de sus abuelos y sonrió un poco, parecía que se hubieran metido un tripi y hubieran tenido un mal viaje. Las caras dolientes formaban parte de su imaginario, y si me apuras, del de todos los que nos hemos criado viendo cruces e iglesias. Se imaginó la escena: Una mujer joven y serena cerca de una ventana, paredes desnudas y poco mobiliario alrededor. De repente,  baja del cielo un tío bastante atractivo, con el pelo  rizado y rubio como el trigo de Galilea, los ojos polvorientos como el viento del desierto y ella…. Ella, tan tierna mujer pero mujer, tan encantada de haberse juntado con el carpintero de buen nombre y carácter, tan convencida de que lo que veía era rarísimo va y se queda sin habla, le pinchan y no sale gota, cuando le anuncia Gabriel, el arcángel buenorro, que va a ser madre de una criatura fruto del Espíritu Santo. Justo entonces, los carpinteros y escultores de los siglos venideros decidieron congelar esa expresión de María y representarla así. Bueno, así o doliente y desesperada, intentando entender porqué  Dios le había enviado un hijo al que ahora crucificaban un puñado de romanos sudorosos.  Pero, como ya se ha dicho, ésta no es una Virgen María al uso. Tiene a su niño Jesús, un bebé con cara de  retoño real y no de niño grande e inquietante, apoyado en el costado, en una posición que se le antoja natural. Y el rostro es el de una mujer segura, tranquila, que está feliz por ser madre y que no tiene ni idea de lo que le va a venir de aquí a un tiempo, cuando sacrifiquen a su hijo por ser revolucionario y decirles a los ricos que los pobres, los niños, las putas y los enfermos, también tienen derechos. Se podría enamorar de esa chica, es de una belleza muy real. Con una carcasa de piel y hueso y cambiando la túnica por pantalones pitillo y un jersey sería toda una barcelonesa de pro. Lo más seguro es que escuchara electrónica e indie y su voz fuera dulce y tranquila. Sonreiría con la cabeza un poco ladeada y cuando se enfadara los ojos se le endurecerían como puñales de carbón. Tendría el pelo tirando a claro y la sonrisa ancha y franca. Lo más seguro es que fuera algo soñadora y, claro, estaría en el paro. Ocuparía parte de sus mañanas en desayunar  ante el ordenador mientras escribe cartas de recomendación y envía currículos. Se plantearía hacerse puta en ocasiones, porque querría seguir estudiando y las tasas están imposibles. Pero no lo haría, porque es de las que tienen otros recursos. Daría largos paseos para ocupar el tiempo libre restante y quedaría con sus colegas buscavidas, muchos organizados en colectivos sociales, para hacer unas birras compradas en el badulaque más cercano. Envidiaría a los que tienen trabajo.  Sería de las que cuando bailan cierran un poco los ojos y que cuando se acuestan con un chico se va antes de que se despierte para no crear una situación incómoda. Y por todo esto, porque podría ser cualquiera de nosotros, él seguía sentado en el banco de madera pulida y los japoneses, los rusos, los ingleses, algunos devotos catalanes y algún descreído como él, vagaban por la basílica. Manda huevos el tiempo libre, eleva los pensamientos a un punto inalcanzable…  y él,  no sabe rezar, nunca ha sabido. Tampoco cree que tenga derecho a pedir nada a una estatua de piedra… Joder, está hablándole a una tía de piedra. Aunque no es la primera ni la última vez que lo hará. Aquella tía con la que se enrolló hace tres meses, resultó ser una perra… Nunca nos  habríamos imaginado que podría colgarse tanto. Quizás se  volcó  demasiado, sí, sin trabajo, sin futuro; las prioridades cambian. Lo que estando ocupados parece importante cuando no lo estamos parece vital. Luego se acaba y te das cuenta de que no era para tanto. Necesitaría un curro, el que fuera, algo para ir tirando y para que el tiempo tuviera sentido. Casi sin darse cuenta pasarían los días y las horas y no tendría que recordar y preguntarse tantas cosas. Seguro que entre la ebanistería, el marrón de que no la lapidaran por quedarte preñada de alguien que no era José y todas la pesca, no tenías mucho tiempo de darle al tarro, ¿eh María? Al fin y al cabo: prioridades… La prioridad debe ser uno mismo, lo que a uno le haga sentir bien que lo que hace sentir mal ya viene solo. Si pudiera escuchar todo lo que la gente pide aquí… Dame un trabajo, deja que mi marido vea la luz y deje de beber, no permitas que mi hijo se vaya por el mal camino; y él  que no tiene especiales problemas aquí sigue sentado. Si yo fuera Dios dudo que pudiera, por más que fuera omnipresente, atender a todas las peticiones. El rico pide que la empresa siga creciendo y el trabajador que no se quiere quedar sin curro, que le sigan explotando. Hasta los descreídos se acoquinan cuando entran en una iglesia. Algún tiempo de energía se cuela entre sus pilares y le deja a uno ensimismado.  “Qué descansada vida la  del que huye del mundanal ruido”, que decía Fray Luis de León… Vaya carrera de mierda que estudié -se decía- pa saber cosas inútiles como ésta y que no me sirvan ni para echar un polvo.  Diría que el 80 por ciento de la gente es tonta del culo, por supuesto que yo no me salvo de la gilipollez general. Algo de imbécil debo de tener cuando no me quieren ni para hacer de teleoperador… En fin, que seguiremos bregando, ¿no? Quizás debiera dar el salto, la gente parece crear mucho durante la crisis y se “reinventa”: palabra del momento. Los españoles comemos bien, somos alegres y nos “reinventamos “mucho. No quiero ser un cínico, por favor, todo menos ser un cínico. Eso es lo que pediría… el cinismo apesta y quita el brillo de todo lo bueno, lo convierte en ceniza.

miércoles, 15 de enero de 2014

PORQUÉS PEQUEÑITOS.



Estaban sentados frente a frente, ella con las piernas cruzadas y mirando hacia la nada y él siguiendo la estela de una mota de polvo. La luz entraba, tibia, por el enorme ventanal de la sala de estar. Él se había pasado gran parte de su vida buscando y aprendiendo palabras nuevas con la esperanza de poder expresar libremente lo que sintiera, sin tapujos. Con la firme creencia de que los matices pueden hacer virar las conversaciones. Ella, con los años, se había dado cuenta de que el significado literal de las palabras no existía en realidad, pues cada persona guarda  su subjetividad en las mismas.
Él dijo cansancio, y ella entendió tedio. Intentó preguntarle a qué tipo de cansancio se refería… Pero no hubo respuesta. Ella siguió: usó desasosiego. Pero él no había colocado esa palabra en su paleta emocional, así que por asociación entendió ansiedad. Ella le explicó que no era lo mismo, que el desasosiego comporta cierta ansiedad pero no a la inversa. Que hay un vasto territorio de una palabra a la otra y que el desasosiego viene dado por algo que no acabamos de entender pero que nos afecta irremediablemente. Él no entendía que algo que no pudiera ser tangible causara esa emoción… Así que habló de miedo. Ese es otro tema,  ella dijo, aunque sí que sentía miedo.

 Hablaron de amor, en eso estaban de acuerdo, lo sentían el uno por el otro. Pero ella quiso aclarar de qué amor estaban hablando, porque hacía mucho que notaba ciertas diferencias. Él escogió, con mucho cuidado, las palabras cariño, abrazo, arropar, escucha, comprensión y libertad. Mientras que a ella le sonaron a cariño a secas. Amor, se dijo,  es otra cosa. Le parecía que debía incluir conceptos más importantes como comunicación, confianza, sensualidad, risa y el verbo compartir. Analizó los andamiajes de la sintaxis, el lenguaje no verbal y voló por las azoteas de lo que a ella le hubiera gustado y necesitaba escuchar. Acto seguido, sintió vacío… Adiós y vacío, dijo, son dos palabras que van de la mano. Y fue en ese momento, cuando se entendieron.                                             

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Freud está en la casa.

Buenas tardes Doctora… sí… muy bien la verdad… Aunque siento una especie de presión aquí en la boca del estómago y  no entiendo muy bien qué me pasa… No, no, la verdad es que las cosas me van bastante bien, ya sabe, soy joven y aunque ahora mismo ando en  una situación precaria no me puedo quejar. Sí, nos va   genial… Llevamos ya un  par de añitos con el proyecto  de marcharnos pero cuesta mucho ahorrar. Es casi imposible ¿Qué quiere decir? Creo que no… Bueno, no lo había pensado nunca.  La ansiedad es menor, antes tenía como 20 taquicardias al día y ahora… Más o menos 5 y duermo mejor. Me vino genial lo de la terapia, creo que todo el  mundo debería poder acceder a una… Sí, es verdad que cada uno tiene su propio viacrucis. ¿Sabe? Tengo una entrevista de trabajo el lunes y, si sale bien, tendré algo más de dinero, eso seguro que me tranquilizará… siempre ando tan justa…… Pues no…. Pero…. Ya…. Si, no recordaba que le dije hace unos meses que estaba con dolores de estómago… Mi madre dice que debería invertirlo en algo más útil que en venir aquí….. Ella de es de otra época, ya le he hablado mucho de ella aunque mi novio también me lo dice y él es de ahora…. Pues dice que la mierda que cada uno tiene en su cabeza se puede “organizar”. Yo no lo veo así, quizás sea más débil… Dice que cuando algo te perturba lo que hay que hacer  es dejarlo a un lado… ¿Usted cree que cuando algo nos hace daño lo podemos dejar de lado siempre que queramos? …  Es que no sé, me hace dudar… es duro estar al lado de alguien que no duda, aunque sepas que es humano y que por cojones lo tiene que hacer… Mi padre tampoco se disgusta más allá del cabreo puro… Nunca sabes que puede estar pensando en realidad, aunque se le vea triste. No sabemos por qué aunque yo tengo mi propia teoría al respecto: Verá, cuando era pequeña me dediqué a seguirle por el barrio…..7 años. Siempre fui una niña con la cabeza llena de pájaros,  pensando en mi y viéndome desde fuera me recuerdo ensimismada y algo zumbada.  Había visto una peli yanqui en la que el prota tenía una amante rubia, estupenda, de largas piernas depiladas y sonrisa blanca.  Así que pensé que mi padre, seguramente, se estaría viendo con alguien así.  Salí del portal y le seguí unos pasos para ver si le pillaba in fraganti. Hablaba de la secretaria que trabajaba con él, así que supuse que la rubia ficticia sería ella aunque no la hubiera visto en mi puta vida…No estaba enfadada, no, tampoco preocupada…. No, era como que quería darle algo de emoción a mi vida y a la de mi padre. Pienso en ello desde entonces. Al final caminé 30 metros y volví a casa, no me interesaba en realidad. Aquel mismo año fui al pueblo de mis abuelos en Asturias, aún se podía ir a la lechera y le espeté que mi padre tenía una amante… Mi abuela me dio una colleja que casi me deja sentada…. No sé porque le estoy contando esto. Año tras año he visto como se hacía cada vez más pequeñito, ensimismado, como un niño tímido. Y ahora… ahora que me he hecho mayor veo en mi el riesgo de hacerme pequeña... Y  yo quiero ser grande doctora, quiero ser fuerte, quiero ser una jodida máquina de vitalidad y de comer hombres, quiero ser carismática y atractiva…. Quiero no tener que venir aquí porque me dan los achuchones de ansiedad, quiero que mi padre llore y grite, que mi madre se sienta querida, que mi novio me mire con deseo y no sea tan evidente que se quiere follar a todas las rubias que pasan por delante, que  cuando me vaya a dormir piense “hoy has hecho algo productivo de verdad”… no quiero conformarme y lo estoy haciendo… ¿Cobarde? Cobarde su puta madre….La suya no doctora, las de los que hablan de cobardía cuando no tienen valor. La de los que confunden debilidad con sensibilidad

viernes, 31 de mayo de 2013

MAD MEN: MAD WOMEN


Cuando Blancanieves despertó  se encontró con que, después de tener que aguantar a la estupendísima madrasta (casi 40 años y ni rastro de patas de gallo o celulitis), había sido liberada por un "beso de amor". El príncipe, era buen chaval, además de apuesto, y pensó que heredaría un reino, no tendría que fregar escaleras y sería una mujer con marido. 
 A unos cuantos kilómetros del lugar vivía Rapunzel, una muchacha rubia  y preciosa que se había pasado toda su vida encerrada en una torre altísima, con sendas ventanas y vistas al mar pero sin escalera ni puerta. La encerró la bruja para que nadie más pudiera admirarla y cuando la iba a visitar le gritaba que tirara su trenza para trepar por ella. Cierto día, por cosas que suceden sólo en los cuentos y en "Sexo en Nueva York", al príncipe le dio por pasearse por las profundidad del bosque y oyó una dulce voz. Tanto le atrayó, que la siguió y llegó hasta la torre. Subió por la trenza y ni corto ni perezoso le pidió que se casara con él. Rapunzel nunca había visto a un hombre antes, pobre muchacha, cándida e inocente como era. Pero no dudó en decirle que sí y bueno, a parte de alguna que otra desgracia acabaron celebrando el bodorrio.
 Lo que nadie nos cuenta es lo que pasó después: Dicen las malas lenguas que Rapunzel y Blancanieves acabaron flipándolo con el tema del sexo. De hecho, al principio les dolía un poquito pero fueron descubriendo nuevas posturas y se volvieron unas hedonistas del copón. Rapunzel, por su lado, comprendió que aquel calor que sintió al ver a su amado no era pudor... era otra cosa. Blancanieves, por el suyo, propuso varios juegos al príncipe: A los actores, a no conocerse y a otros  que fueron subiendo de tono (aún se habla por aquello lares de la silla de montar y la fusta que encontraron en sus aposentos). Pasó el tiempo y se quedaron embarazadas, tuvieron críos pero no pudieron estar con sus maridos pues por aquel entonces sexo y embarazo estaba contraindicado. Pronto los maridos, como buenos machos, decidieron poner solución al asunto con las cocineras del castillo... nada importante, sólo sexo. Las chicas, por su lado, no podían hacer lo mismo: La mujer es el templo de la virtud, aunque, para la mayoría de nosotras, siempre haya una puta en nuestro interior, como si ser puta fuera algo  malo. Pensando, empezaron a sentir vergüenza de su apetito sexual, de sus ganas de experimentar y se fueron retrayendo. Eran madres ahora, se debían a sus criaturas y  ya no se puede permitir uno jugar a los ardores de la adolescencia. Cuando se recuperaron, retomaron tambiénn la vida conyugal... pero algo había cambiado. Para ellos, ellas eran familiares, demasiado familiares...  Pero eran sus esposas y las madres de sus hijos. Ellas...su cuerpo había cambiado y se sentían horrendas en su desnudez. Acabaron tocándose, solas, y ellos buscaron el ardor perdido en otros brazos. El tremendo mal entendido de siempre... te quiero pero no puedo decirte lo que siento, estoy tan avergonzado que mejor no lo digo. Puedo esconderlo para no hacer daño... claro que sí, sólo quiero protegerme y protegerlo o protegerla. 
 Éste sí que es el cuento de siempre. No tiene moraleja. Siglos después estamos en algún lugar entre Rapunzel / Blancanieves y la puta que llevamos dentro. Dicen, que a sus hijas les hablaron con claridad. Mi abuela me contó que los de mi familia somos descendientes directos de Rapunzel. Quizás por eso nunca he entendido muy bien eso de que todavía haya que tirar la trenza, de que haya tantos príncipes que necesiten vender besos de amor cuando quieren decir sexo. Queremos torre alta y queremos cama baja... Y cuando lo tenemos...es posible que no podamos ni manejarlo

lunes, 8 de abril de 2013

La cerda de Julieta me ha dejado


Hace algún tiempo , Julieta, que no sé de ti, y es mejor, con mi imaginación tengo más que suficiente… Lo nuestro era algo imposible, eso de casarse virgen, para toda la vida con un hombre al que conoces una noche… Estabas de calentón. Lo de tu primo Tebaldo no estuvo nada bien pero me tocó mucho los huevos. Cada noche pienso en la cara de sorpenndido que puso cuando le atravesé con mi espada: Lla boca, como si le hubieran metido una oliva… prieta y redonda.  Por Verona cuentan que te largaste con el maldito Paris…Te escribo porque leí que el desamor activa muchas de las áreas cerebrales que funcionan en el dolor físico y me duele lo que te he querido y lo que quieres ahora a otra por nuevo.
Me duele que no sientas lo que decías, pero me duele más que no hayas dicho lo que debes.
Me duele no conocerte como creía y no haberme escuchado como debía.
Me duele que seas una niña porque yo te compré así.
Me duele que estés tan buena, me avergüenzo de haber caído en ese tópico y haberme colgado de esos dos lunares que tenías bajo los ojos.
Me destroza pensarte de carne y espíritu mientras ni me piensas ni me recuerdas.
Me duele que no me veas ahora, en esta ciudad que un día fue nuestra y que conozcas otras sin mí, me molesta.
Me duele que me duela: Yo sabía que este juego tiene su noche y su día… me duele la noche.
Me duele no haber follado contigo en el coche, los hijos que no tendremos y el sonido de tu risa exhalada como un tono menor, a pesar de que sé que no habríamos cuajado jamás.
Me atormentan los posibles desprecios, los que permití y tragué, rajándome el orgullo.
Me duele tener que haber llegado a esto para dejarte, aunque he sido yo el dejado.
Me duele que el amor que nos teníamos sea ahora un puñado de palabras sin sentido que mi memoria recorre, sedienta, buscando el inicio de la ponzoña.
Me duele la posibilidad de ser “aquella Capuleto tan maja” en vez de ser “el amor de mi vida” aunque ni siquiera sé si eso existe o si quisiera serlo.
Me duele que seas tan buena persona, que hayas sufrido tantas  bofetadas y que me hayan dolido más las tuyas que las mías.
Aborrezco cada pedazo del tiempo que ocupo en tu recuerdo, porque es tiempo que me arranco del mismísimo estómago.
Aborrezco a cada mujer que se presenta en mi puerta, porque no eres tú y las uso para abrevar   mis hormonas y vaciar mis noches.
Me duele que seas el primer recuerdo cuando me levanto, que te cueles cuando me despisto y que cierres el día con un portazo.
Calumnio a los que me dicen que se me pasará, porque aunque lo sé de sobra,  el tiempo es ahora más elástico que nunca.
Me arrepiento de que no te hayas acostado con los marineros y corsarios que navegan ahora por un mar de harapos, al que pusimos nombre juntos.
Escupo sobre mis heridas para que cicatricen rápido y las araño para que vuelvan a abrirse y mientras tanto respiro y vivo.
Odio sentir que quiero que sufras como yo lo hago porque me convierte en “una bruja de cuento, escoba y mala leche incluida”.

A Julieta, de este Romeo que vive confinado en una casa de putas.

martes, 19 de febrero de 2013

Relato de un San Valentín nada pasteloso...



Carmela  llevaba, lo contaba todos los días, 2 años y tres meses con su novio. Se habían conocido en un estupendo bar de cócteles de Madrid. Ella le vio nada más entrar y, a pesar de poder pasar por el camino más corto, decidió ronearse un poco y, aprovechando las estrecheces del momento, rozarle el paquete con las nalgas. A él le pareció estupendo, y acabaron charlando animadamente hasta que llego la hora de quitarse la ropa. Por supuesto que ella no tenía ganas de estropearlo… porque parecía un chico especial, dulce, guapísimo y que quedaría genial con ella. Así que con toda la dignidad que le permitieron los tacones de aguja, las larguísimas piernas y la torza que llevaba, subió las escaleritas de su chalé siendo neo-virgen. Una no se deja deja hacer la primer noche si quiere que el chico le dure un poco. Por su parte, Javi, se fue a casa con un dolor de huevos garrafal y con la firme convicción de que la llamaría al cabo de un par de días… al día siguiente sería de desesperado y poco interesante. Con el paso del tiempo descubrieron la grandeza del sexo y lo mucho que se reían juntos. Se pusieron nombres de esos que hasta los enamorados más “antisistema” acaban abanderando… y hasta hoy. Para celebrar que era el tercer mes del segundo año que compartían decidieron ir a cenar a uno de los locales más modernillos de la capital. Justo en la mesa de al lado se sentaban Amanda, una yankee enamorada de la cultura española, y su novio Andoni, un enamorado del cocido madrileño que  estudiaba el doctorado de turno en la politécnica de Madrid. Lo que tenía que ser un divertido asunto de cama acabó siendo algo más, casi por casualidad, natural como tirar un poco la cabeza hacia atrás al expulsar el aire del cigarro (o hacia arriba, según los gustos y ensoñaciones de los del gremio). Salvo algunas diferencias culturales que estaban llegando a medida que la cosa se iba afincando, eran felices sin saberlo, encantados de haberse conocido en unos conciertos indies. Vivían en esa despreocupación del principio en el que nadie espera nada del otro más que el rato que pasen juntos. Quizás la fase más carpe diem de los amantes. Quizás la única. Quizás la menos embrutecedora.  La camarera  que atendió a Carmela era una chica encantadora que al ver a Javi pasó de la sorpresa a la sonrisa dibujando una rara mueca que yo misma pude describir como “te han pillado con la guardia baja”. Se saludaron con dos besos que más que un formulismo expresaban una sincera alegría. Carmela asistió al espectáculo curiosa, al cabo de 5 minutos ya se habían puesto al día de todo, incluso de cómo estaba la abuela de ella que hacía unas lentejas brutales y que se estaba quedando ciega por culpa de la diabetes. Pidieron un vino caro y carne a la parrilla. Fue una cena encantadora, pero algo ensombrecía los ojillos verdísimos de Carmela… en toda la velada Javi no había establecido contacto físico con ella. A pesar de las miradas cómplices y de que se rieron mucho, como siempre, no pudo llegar al segundo orgasmo porque andaba un poco despistada, como puntualizó al acabar. Él pensó que ya no disfrutaba como antes y ella se empezó a preguntar quién era la camarera. Por supuesto, son tonterías y nadie pensó que fuera digno de mención… no fuera que mostrar inseguridad pudiera crear un conflicto.
 Amanda y Andoni cenaron cocido, y como no es algo que deba ingerirse por la noche decidieron dar un paseo hasta llegar al piso de ella en el que dormirían. Andoni no tenía ni idea, pero el ex novio de Amanda había sido un cabrón de cuidado. Habían pasado juntos tres años de los cuales uno fue de convivencia. Ella siempre había sido una chica alegre, algo alocada e irresponsable… inocente. Sentía que después de su ex, le habían arrancado algo que no se podía recuperar. Pasó por un proceso de curación extraño, un luto de un año exacto y empezó a follarse a Andoni. Poner tierra de por medio y a un vasco en tu vida ayuda a olvidar. Aprender un idioma nuevo y adaptarse a una nueva cultura requirió casi toda su atención, lo que le dejaba poco tiempo para pensar. Además, quería demostrarse a sí misma que podía y pudo… Recuperó la poca autoestima que le quedaba y empezó a sentirse más bonita y pronto recuperó las ganas de acostarse con hombres. El resto de la historia acaba como se ha dicho más arriba. Lo que casi nadie sabe es que se rodó una película basada en su historia…Se llama “nine songs” y es la peli más porno y elegante que he visto hasta hoy.
De lo que les ocurrió más adelante a sendas parejas no tengo ni idea, creo que dependerá de la visión del lector. Algunos creerán en que seguirán juntos, otros que nada dura siempre, otros que importa poco una cosa o la otra…  Lo que sí está claro es que las cosas nunca suceden como las imaginamos, que siguen un cauce que se nos escapa y que sólo podemos hacerlo lo mejor que sepamos.
  
Firmado: El locuelo de las flechas y el carcaj, condenado a llevar pañal a pesar de haber crecido.